Tirabas de los bajos de mi vestido para que te hiciese caso, te pegabas a mi pierna por el pasillo de la casa y no me dejabas escapar sin ti. Querías mi libro aunque estuviese en una estantería inalcanzable para tu corta estatura. Me maquillabas con rotuladores las muñecas que escuchaban mis historias. Cogías la silla en la que me sentaba frente a la chimenea de casa para saltar sobre ella de forma temeraria. Me quitabas la bicicleta nueva de la que yo me caía (siempre tan torpe) y en la que tú te lanzabas cuesta abajo sin mirar... Anhelabas lo que yo tenía porque sí, sin motivo, porque es condición del niño desear lo que ve, y sé que también me querías a mí.
Yo tenía la necesidad de estar pendiente de ti, eras pequeña, "la pequeña" como decía mamá; en verdad tan pequeñita e indefensa... Han pasado casi treinta años y a veces creo que aún lo sigues siendo. Estas últimas semanas he vuelto a tener aquella sensación de hermana mayor que me decía que tenía que cuidar de ti y cogerte de la mano al cruzar la calle.
Supongo que los patrones de nuestra personalidad que cincelamos en la más temprana infancia son los que nos acompañan toda la vida.
Supongo que los patrones de nuestra personalidad que cincelamos en la más temprana infancia son los que nos acompañan toda la vida.
1 comentario:
No me imagino mi vida sin ti, sin tu consejo, sin tu mano siempre tendida... Te quiero Mani.
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