2 jun 2015

 

Parece mentira que hayas días que rezumen tanta vida. Darío duerme debajo de este árbol; mientras, entre mis manos, la lengua de Cortázar que me dice: "No sé exactamente de qué hablábamos, había anochecido y las lámparas jugaban con los halos del humo. Sólo recuerdo gestos y movimientos, sé que estábamos un poco distantes como siempre antes de una despedida, sé también que no habíamos hablado de un nuevo encuentro, que eso esperaba el último momento si es que realmente esperaba". 

Levanto la vista y miro el espectáculo del sol entre las ramas; bajo la mirada y es de noche, y el tiempo de Verona ha concluido, y no volverán a verse, y la veo irse escuchando su nombre por última vez "como quien echa una botella al mar". A mi lado, Darío, por su barco de sueño, no escucha el eco de estas palabras.


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