Hoy me despierto con Darío a mi lado susurrándome: "Buenos días, mamá". Después, la rutina del desayuno con su inapetencia y sus ganas de jugar. Vamos a darle de comer a las palomas antes de entrar en la guardería, pero declino el paseo y me vengo rápida al instituto: la prisa... esta compañera inoportuna que me hace estar en tres lugares a la vez, como mínimo.
Llego a tiempo de hacer copias. Entro en la clase de 1º de Bachillerato e inauguro la sección -que será diaria- "Páginas dobladas". Y les digo que yo estuve en un tren entre Milán y Venecia una vez remota en la que fui adolescente, como ellos, y que fue allí donde vi a mi vecino de vagón doblar la esquina del periódico que leía con avidez. Y que compartiré con ellos esas páginas (sentencias, fragmentos, poemas...) que me hacen o me nombran o acaso nos cifren a todos.
En letras grandes, en la pizarra, la silueta de las palabras acompaña sus silencios expectantes:
"Cambiar el mundo, amigo Sancho, no es utopía ni locura sino justicia".
M. de Cervantes, El Quijote.
No hay comentarios:
Publicar un comentario