En los últimos tiempos siento, cada vez más, que me acerco a la esencia que transmitió Fray Luis de León en su Oda a la vida retirada. Y es que... qué descansada vida la del que huye del mundanal ruïdo... Me espanto cada vez que asisto a un episodio de hipocresía, me alejo de las quimeras que engordan el ego del ser humano, me retiro de las batallas que lidian los enmascarados por la soberbia, me voy. A mí una pobrecilla mesa, de amable paz bien abastada me parece el más alto gozo que mis deseos, a día de hoy, desean. Y no creo que vaya por el mal camino: observo y sé que voy acercándome a lo importante.
7 abr 2017
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