Estos días ando inmersa en las clases que estoy impartiendo a otros profesores. Aunque intento centrarme en algunos asuntos que tengo desatendidos, mi mente está focalizada en la comprensión lectora, en el proceso de escritura, en los anclajes de la creatividad, en las estrategias para mejorar la metodología didáctica y, en definitiva, en conseguir que, de alguna forma, los profesores transformemos a los alumnos pasivos en alumnos motivados, comprometidos con su aprendizaje, empáticos, conectados con el mundo real (y menos con el virtual). Sé que mi eco es de corto alcance; sin embargo, tengo la sensación de que hablar desde la experiencia de los aciertos y los errores, de que contar lo que me apasiona y transmitirlo con honestidad, es algo que se traduce en belleza. No sé bien cómo explicarlo, tal vez en el fondo todo se reduzca a que me siento útil. Y es gratificante.
17 feb 2018
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