Cada vez más, y más, y más rápido. Leo, con asombro, que hay estudios que constatan que la lenta percepción del tiempo que tenemos cuando somos niños tiene una explicación neurofisiológica que se relaciona directamente con el tamaño; es más, las investigaciones del Doctor Andrew Jackson (Trinity College, Dublin) han reportado que asimismo, los animales tienen diversas percepciones del tiempo, de ahí que sea difícil cazar una mosca... (puedes leer el artículo aquí).
Lo que más me preocupa de este hecho es que si un niño tiene una velocidad de percepción y comprensión de una imagen de unos cuatro segundos, ¿cómo se le permite ver dibujos animados con colores estridentes y acciones que suceden a un ritmo trepidante?, ¿cómo se les ofrecen juegos que no obedecen a su naturaleza, por definición, más lenta que la del adulto? Es fácil para cualquier padre comprobar el nerviosismo que invade a su hijo tras un rato de televisión o de juego en una tableta. Personalmente, en mi hogar, por decisión consensuada, hemos eliminado casi al completo las pantallas. Mi hijo de tres años juega, a veces, con objetos que él mismo se va fabricando. Hace mucho tiempo que al iPad se le "acabaron las pilas", que en la televisión solo "salen películas" (seleccionadas por nosotros) o documentales de animales, por los que siente fascinación. Íntimamente, y lo digo con humildad, me siento orgullosa de ello. Por el momento, y ya cuenta en su haber con tres años y medio, no ha llegado a decirnos jamás "me aburro".
Puede que los adultos, que ya hemos sucumbido al ritmo veloz de este mundo en el que nos movemos, hayamos perdido la perspectiva, o puede que nuestra naturaleza interna esté cambiando de tal forma que, incluso, en algunas modas, valoremos la estética de lo feo dándole de lado a la belleza. Puede que el ser humano se esté volviendo realmente loco de tanto generar dopamina, ese punto débil de nuestro cerebro que hace que necesitemos recompensas como una droga (piénsese en el famoso Candy Crush). Puede que el hombre corra y corra como lo hacía Speedy Gonzales en aquellos dibujos de la infancia solo porque ya no sabe parar. ¡Qué falta nos hace desconectar para conectarnos con nuestra propia naturaleza!, ¡qué necesario es elogiar la lentitud! Slow food, slow travel, slow... please.
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