Por mucho que te alejes en el espacio de donde habitualmente resides, siempre acabas arrastrando todo aquello que te pesa. Al final, no es el lugar ni los objetos lo que importan, sino más bien el equipaje inasible que llevas contigo.
Hoy, el panadero de abajo me saludaba con cordialidad aclarándome los nombres de los diferentes tipos de panes; la cajera del supermercado me ha hecho un comentario sobre mi hijo con un tono familiar. Después de solo cuatro días en Salerno parece que de nuevo todo vuelve a ser como es, sin importar las distancias. Alguien me dijo hace mucho tiempo que no hay lugares lejanos: la mayor lejanía, a veces, se siente estando muy cerca. Poco importa dónde vayas porque lo que eres siempre va contigo. Es esta una ciudad de contrastes, pero tiene algo que me gusta especialmente, el caso es que aún no sé nombrarlo. Tengo casi un mes por delante para buscar las palabras. Entre esas palabras, tal vez, incluso esté yo.
1 comentario:
Los lugares solo son eso, lugares. Su lejanía y su cercanía es relativa, subjetiva, solo depende del punto de referencia que se tome. Lejanos de qué, de quién. Cercanos a qué, a quién.
Publicar un comentario