“Una persona, llegue hasta donde llegue, jamás puede dejar de ser ella misma”.
La cita está tomada del cuento ‘La muchacha del cumpleaños’ de Haruki Murakami, incluido en su obra Sauce ciego, mujer dormida. No había leído hasta ahora nada de este japonés, aunque no me faltaban referencias, todas buenas, de su novela Kafka en la orilla. Lo cierto es que la trama del relato plantea una pequeña incógnita al lector: la muchacha, cuyo veinte aniversario ‘celebra’ en el trabajo, tiene la oportunidad de elegir un deseo como si de un cuento de hadas se tratase, y ella elige… no sabemos qué.
¿Qué elegiría cada uno de nosotros si sólo uno se nos concediese?
Lo único que debemos mantener, que hemos de luchar por mantener, al igual que la protagonista del cuento y su interlocutor es que “una persona, llegue hasta donde llegue, jamás puede dejar de ser ella misma”.
La cita está tomada del cuento ‘La muchacha del cumpleaños’ de Haruki Murakami, incluido en su obra Sauce ciego, mujer dormida. No había leído hasta ahora nada de este japonés, aunque no me faltaban referencias, todas buenas, de su novela Kafka en la orilla. Lo cierto es que la trama del relato plantea una pequeña incógnita al lector: la muchacha, cuyo veinte aniversario ‘celebra’ en el trabajo, tiene la oportunidad de elegir un deseo como si de un cuento de hadas se tratase, y ella elige… no sabemos qué.
¿Qué elegiría cada uno de nosotros si sólo uno se nos concediese?
Lo único que debemos mantener, que hemos de luchar por mantener, al igual que la protagonista del cuento y su interlocutor es que “una persona, llegue hasta donde llegue, jamás puede dejar de ser ella misma”.
2 comentarios:
La protagonista de este suceso no tiene claro su regalo. En esta vida de elecciones cuaquiera de ellas es la incorrecta. ¿Cómo elegir? ¿dónde enterrar todos los deseos que se quedan fuera de la lista? Un único regalo es injusto, tal vez sea mejor no elegir ninguno para que el resto de nuestros sueños no se vean traicionados.¿ Se puede vivir sin ellos? ¿qué sentido tendría entonces nuestra existencia?
Tú eres esa muchacha que oculta su regalo. Todos lo somos. Pero yo aqui, con mis humildes palabras, te entrego uno con mi más sincero cariño y admiración: mi amistad.
Rocío Fernández Víctor
Llevo unos cuantos días pensando la respuesta a tu comentario, pero creo que es más sensato responderte frente a un vinito tinto, de ésos que nos gusta saborear sin prisas, mientras hablamos de regalos que nos da la vida y deseos que están ahí sin ser dichos y de repente se cumplen (o no), y un largo etcétera... Así que te emplazo a ello.
Gracias. Por todo. Que es mucho.
Publicar un comentario