31 ene 2011

"Las cosas nunca dichas" (Jose Emilio Pacheco)


[Título de la imagen: "Silencio rojo"]


LA FALSA VIDA

Alguien te sigue a veces en silencio.
Las cosas nunca dichas
se transforman en actos.
Atraviesas la noche en las manos del sueño,
pero el otro, implacable,
no te abandona: lucha
contra la irrealidad, la falsa vida
donde todo es ocaso.

Frágil perseguidor que eres tú mismo,
lo has obligado a ser, en guardia siempre,
el minucioso espejo que no olvida.

J. Emilio Pacheco, Los elementos de la noche.


He descubierto a Jose Emilio Pacheco: un poeta con mayúsculas. Su poesía es universal y particular, y aunque no es decir mucho, es, sin embargo, decir todo lo que se silencia. Un gozo para los sentidos. Una mirada hacia dentro. Lo he leído en la cumbre de una montaña, bajo el sol dominical, envuelta en el aroma del romero y del tomillo. La poesía declamada es un placer: en compañía, un privilegio.


Y la banda sonora: SIMON AND GARFUNKEL - SOUND OF SILENCE



26 ene 2011

Un poema más (o menos)


HIMNO


EN este loco ir

y venir de la vida,

me importa tu regreso:

el único estandarte

de mi patria de sangre.



Un vuelo musical, para elevar el espíritu...


20 ene 2011

La ley del destino: cualquier suceso puede suceder, lo que no quiere decir que, de hecho, suceda


[Título de la imagen: FíSiCaCuÁnTiCa]


Hoy, día de esta fecha en el tiempo del aquí y del ahora, quiero compartir y leer en público este fragmento de La broma, de Milan Kundera:

A pesar de mi escepticismo me ha quedado algo de superstición, por ejemplo esta extraña convicción de que todas las historias que en la vida me ocurren, tienen además algún sentido, significan algo; que la vida, con su propia historia, dice algo sobre sí misma, que nos desvela gradualmente alguno de sus secretos, que está ante nosotros como un acertijo que es necesario resolver, que las historias que en nuestra vida vivimos son la mitología de esa vida y que en esa mitología está la clave de la verdad y del secreto. ¿Que es una ficción? Es posible, es incluso probable, pero no soy capaz de librarme de esa necesidad de descifrar permanentemente mi propia vida.

Banda sonora: Yumeji's Theme.

17 ene 2011

La noche de los tiempos (II) o la forma de la luz

Hace tiempo que prometí una segunda parte que hablase de La noche de los tiempos y, como soy mujer de palabra, hoy cumplo con el anónimo comentarista que me pedía esta continuación. Dejo la voz a Muñoz Molina:


“Así es Judith Biely en la única foto suya que Ignacio Abel guarda en la cartera, ligeramente desenfocada porque se estaba volviendo hacia un lado en el momento en que se produjo el disparo de la cámara automática, con una niebla tenue en torno a los ojos, a la boca sonriente, respondiendo con una expresión jovial a algo que ha llamado su atención y olvidándose por un instante que está posando para una fotografía, el instante preciso captado en ella. Estaría esperando incómodamente a que saltara el flash en el interior de aquella cabina callejera y algo o alguien la hizo ladear un poco la cara para sonreír, casi riendo, y la luz estalló en su barbilla y en sus pómulos, en los rizos de su pelo, en las pupilas un poco borrosas en las que resalta un punto de brillo, igual que en los labios. Es la imperfección de la foto lo que hace que a Ignacio Abel le guste más aún: el automatismo impersonal del azar vuelve a Judith más presente sin la interferencia de la mirada y la intención de un fotógrafo; como si estuviera de verdad allí, en ese momento salvado del tiempo”.

***

“Lo que muestra de verdad una fotografía no sabe verlo casi nadie”.


***


Hace ya muchos años que escuché por primera vez el "clic" de una cámara analógica habitada por una película en blanco y negro que buscaba mi sonrisa. Ese exacto sonido misterioso y seductor me acompañó en viajes iniciáticos y hoy es casi una extensión de mí. Una fotografía es un instante suspendido en el devenir de la vida, un retazo de luz de momentos que se fueron y que, sin embargo, quedan retenidos para siempre en apenas unos centímetros de papel que se convierten en un espacio emocional inabarcable. Esa imagen es una forma única de devolvernos lugares, sonrisas, miradas, lunas llenas. Nadie puede borrar lo escrito sobre el tiempo en forma de luz latente: hay fotografías que son un tesoro y que forman parte de nuestras señas de identidad.

(La foto de este post, como hiciera Roland Barthes en La cámara lúcida a propósito de la foto de su madre, la oculto. Que cada uno haga volar su imaginación para ponerle forma a las casualidades de la vida de cualquier día diecinueve, a los tesoros de las islas de cada noche, a los ojos del deseo de todas las mañanas. Porque… ¿cuál es la forma de la luz?).

La música atemporal que suena al "clic" de este post es Billy Paul y "Me & Mrs Jones".

8 ene 2011

Hija mía, ¡cuánto te gustará viajar!

Mi madre, momentos antes de desaparecer por la esquina de la calle del pueblo que vio mi infancia, me despedía así. Y yo, en la larga ausencia, he saboreado esa despedida suya en pequeños sorbos y hoy le ofrezco mis motivos. Sí, tiene razón. Y me gusta salir del centro del mundo que cada uno construimos en nuestra realidad cotidiana porque sólo así se es capaz de relativizarlo todo, consecuencia directa de estar un paso más cerca de la felicidad.

Pelea de gallos, plaza Jemaa El Fna (Marrakech)


A estas horas en la plaza Jemaa El Fna de Marrakech la vida estará hirviendo con la luz de la mañana, las calesas pasearán a turistas, los ciegos estarán pidiendo una moneda, las adivinas del futuro cogerán tu mano para pronosticarte o para hacerte un laberinto con henna, los encantadores de serpientes bailarán al son de sus criaturas con las flautas y tambores, el señor del mono ya ha adquirido los rasgos saltarines del animal que posará en los hombros de viandantes, los puestos de naranjas ofrecen su néctar desde primeras horas a seis dirhams, en el café de Francia no estará sentado aún el señor Don Juan Goytisolo, multitudes irán y vendrán sin ningún orden ni concierto y en ese caos nadie te pisa, nadie te arrolla. Hay un respeto al espacio para que cada uno pueda aspirar los sabores, oler los sonidos, vivir tantas vidas.

Oranienburger Straße (Berlín)


A estas horas la casa de Brecht ya admite a los lectores del dramaturgo en ese Berlín “en construcción” donde el silencio, el orden, la cordialidad, administran calles, bares, galerías de arte, estaciones de metro. La serpiente de personas que quieran subir al Reichstag para contemplar la panorámica de la ciudad ya se muerde las uñas en ese vasto campo que accede al alto cielo. El señor iraní que ofrece champán y cervezas y tarjetas de visita seguirá con su sombrero negro, vestido impecablemente con esa sonrisa que denota siglos de vida piropeando a viajeras que se sientan en su antro frente al refugio de artistas underground que lleva por nombre Zapata y que va incluido en los tours turísticos de la ciudad, lugar al que se accede tras pasar por delante de una enorme pared que te pregunta cuánto dura el ahora.

Calle principal del Soho (Londres)

El Soho londinense ya cocina sus exquisiteces en una mezcla de olores que atolondran los sentidos. En la Tate Modern el beso de Picasso y las mujeres de aire de Giacometti siguen dejando boquiabiertos a los que pasean entre tantos azotes de excelencia ajenos al jaleo de Picadilly.

Catedral de Santiago de Compostela

La Plaza del Obradoiro se llenará de objetivos para perpetuar sus peregrinaciones hasta el pórtico de la Gloria este año que ya no es santo mientras la perpetua lluvia que no moja sigue cayendo.

En Madrid el bar de la esquina ya no es regentado por mi amigo Tomás pero seguirá atendiendo a quienes salgan exhaustos del Reina Sofía o a quines el tren haya dejado a escasos metros provenientes de otras latitudes en la estación de Atocha.

Frente a la iglesia de Santo Stefano (Bolonia)

En Bolonia, esa ciudad que me sorprendió con dieciocho años enseñándome el sonido de una cámara réflex y el sabor de los helados en I giardini Margherita; allí, digo, los bologneses irán y vendrán en su trasiego matutino; las librerías, entre otras ésa tan especial donde puedes leer mientras degustas un vino o un capucchino que sabe a gloria si afuera llueve, ya habrán abierto sus puertas, los sonidos del italiano inundan la alforja que cada uno lleva, y la sorpresa de los dieciocho se renueva a los treinta mientras la vida continúa como si todo hubiese sucedido hace doce años.

Alrededores de Zozaia, Valle de Baztán (Navarra)


En su pequeño hotel encerrado al pie de los Pirineos la italiana Sabrina y su compañero Kuko, entrañables ambos, estarán sirviendo cuidadosamente los croassants del desayuno a los huéspedes con ese olor a recién hecho, a recién exprimido el zumo de naranjas, a recién despertado al silencio y a la paz.

Valencia ya estará repleta de las gentes que toman sus cafés en la plaza del Ayuntamiento y habrá quienes, aprovechando el día soleado, tomen un tranvía a la Malvarrosa.

En esta avenida en la que vivo, ahora pasa el sonido de una moto, una pareja compra el periódico justo aquí debajo, sale y se aleja paseando, el sol se cuela lateral e inunda el salón hasta la esquina de este sofá color crema en el que estoy tecleando las palabras que tú lees como respuesta a mi madre, la lilium de flores amarillas maravillosas que ayer compré luce sus colores, orgullosa, a mi derecha.

Uno puede sentirse, ante tal panorama, absolutamente pequeño. En todos los lugares me he sentido un alma más, alguien que pasa y que volverá o no, pero una insignificancia en relación al desarrollo del mundo. Por eso, mamá, sí que me gusta viajar. Porque de cuando en cuando el ser humano tiene la necesidad de no ser nadie (con minúsculas) para después volver, o Volver, con mayúsculas. Y ser tu centro. La que ahora acaba de colgar el teléfono porque me llamas para saber qué me cocinas hoy (que voy a reencontrarme con vosotros después de la aventura marroquí), me llamas para decirme que qué me apetece más. Y yo te pido esas comidas de cuchara que tanto me gustan y me dices que sí, que claro, hija, que lo que yo quiera. Y entonces, mamá, después de haber sido nadie, comprendo que soy Todo. Y es hermosa esta manera de ir y venir, este vaivén del mundo que me llena de tesoros el alma y me hace quereros y saberme una más y una única, que me hace ser, si cabe, un poquito más feliz.


Último sol del 2010, Plaza Jemma El Fna (Marrakech)


Esta tarde, cuando yo esté con ese padre que al llegar me abrazará tan contento por el reencuentro con sus bromas habituales, mientras yo esté tomando los largos cafés contigo en el sofá de casa, la mezquita de la Kutubia esconderá al sol tras ella, los almuecines llamarán a la oración solapándose unos a otros mientras la piel se eriza por la magia del momento, la plaza Jemaa El Fna se transformará y ofrecerá un espectáculo radicalmente distinto al que sucede en las horas de la mañana… Y vosotros y yo seguiremos ajenos al ancho mundo y conscientes de que la vida pasa y sin embargo, todo lo vivido permanece.