18 ago 2017

Somos mayoría

La noticia del atentado nos llegó anoche, ya tarde. Estos días en Salerno, en otro país y con otros ritmos, vivimos un tanto al margen de los hábitos cotidianos, sin preocuparnos demasiado por nada, sin leer los periódicos si no viene al caso, disfrutando del entorno y de la compañía; sin embargo, cuando los familiares al teléfono nos preguntaron si nos habíamos enterado, nuestro gesto se cambió. 

Regresamos a la casa después del paseo nocturno sin cenar, perdimos el apetito, y casi en silencio, cabizbajos. Si acaso, nuestras palabras fueron para manifestar que los focos en los que habría que incidir con determinación para atenuar (y a la larga acabar) con esta sinrazón tienen que venir por que no haya exclusión social, y acto seguido, por la educación. 

Hoy seguimos consternados. Hemos pospuesto nuestra visita a Nápoles, de alguna forma también nosotros estamos de duelo. La barbarie nunca podrá con la bondad de las personas: el chico italiano perdió su vida por salvar la de su mujer y sus dos hijos, miles de personas se han pasado la noche donando sangre y repartiendo comida en los accesos a Barcelona para los conductores atrapados en los atascos interminables. El terror lo siembran unos pocos; la fe en el género humano, la mayoría de la civilización. 

10 ago 2017

La belleza no necesita traducción

Ayer, buscando canciones italianas, di con la versión en español de Certe notti, de Ligabue. La puse por curiosidad y cuál fue mi decepción al escuchar el mismo discurso en mi lengua. La belleza no necesita traducción. Ciertamente. 
Hoy estoy haciendo un recorrido por artistas y música italiana: nada de lo que ponen en los bares de por aquí: guerra a la vulgaridad; parece que el reageeton (con todos mis respetos a los fervientes adeptos a estas melodías) ha inundado el mundo, así que vuelvo a lo no estrictamente comercial, y me reencuentro con álbumes de artistas que hace tiempo escuchaba, y me gusta... aquí estoy, disfrutando del buen café después de una buena comida italiana, de la buena música, de este sol, de este aire, de estas letras que tan bien suenan en su lengua original. Salute! 
Y para despedir este post, F. Battiato y La cura

A propósito del panadero y de la cajera del supermercado

Por mucho que te alejes en el espacio de donde habitualmente resides, siempre acabas arrastrando todo aquello que te pesa. Al final, no es el lugar ni los objetos lo que importan, sino más bien el equipaje inasible que llevas contigo. 
Hoy, el panadero de abajo me saludaba con cordialidad aclarándome los nombres de los diferentes tipos de panes; la cajera del supermercado me ha hecho un comentario sobre mi hijo con un tono familiar. Después de solo cuatro días en Salerno parece que de nuevo todo vuelve a ser como es, sin importar las distancias. Alguien me dijo hace mucho tiempo que no hay lugares lejanos: la mayor lejanía, a veces, se siente estando muy cerca. Poco importa dónde vayas porque lo que eres siempre va contigo. Es esta una ciudad de contrastes, pero tiene algo que me gusta especialmente, el caso es que aún no sé nombrarlo. Tengo casi un mes por delante para buscar las palabras. Entre esas palabras, tal vez, incluso esté yo. 

8 ago 2017

Viajar. Volver

Mucho ha llovido, me dice ayer una amiga, desde que visitamos Roma juntas. Le respondo que sí, y pienso, aunque lo callo, que para mí ha llovido mucho más, si cabe, puesto que yo vine a esta ciudad por primera vez cuando aún estaba estudiando en la universidad y era, en todos los sentidos, joven. Ahora, la mirada contempla con emoción, sobre todo, el respeto por el paso del tiempo traducido en las fachadas del barrio donde me he alojado, el Trastevere. Sus calles bulliciosas y silenciosas a un tiempo, sus gentes sentadas a la puerta del bar Calisto jugando la partida de cartas, los batientes al exterior de madera oscura de las ventanas que se combinan con el colorido de las fachadas y las plantas verdes que escalan por los peldaños de los recónditos vicoli. Reencontrarme con ese mágico puente flanqueado por ángeles y comprobar que aún hay uno que me mira, levantar la vista hacia el cielo y otear allá por detrás de las piedras de siglos de historia que la luna sigue vistiéndose llena, como en otra era para los romanos que pisaban el Coliseo, para mí en esta noche; observar a mi hijo correteando divertido entre estas calles que nombran la civilización occidental y que, de alguna forma, también me nombran a mí, escucharlo decir sus primeras palabras en esta lengua que es mi segunda lengua, y sentir al despertarme que no estoy en el extranjero porque aquí también soy yo. Todo esto y mucho más significa Roma. Italia. Viajar. Volver.