"Toda belleza está precisamente ligada a la unicidad del instante. Una verdadera belleza nunca sería un estado perpetuamente anclado en su fijeza. Su advenir, su aparecer ahí, constituye siempre un instante único; es su modo de ser. Puesto que cada ser es único y cada uno de sus instantes es único, la belleza reside en su impulso instantáneo hacia la belleza, constantemente renovado y cada vez como nuevo".
François Cheng, Cinco meditaciones sobre la belleza.
Madrid, Siruela, 2007. Pág. 22.
Madrid, Siruela, 2007. Pág. 22.
Si somos únicos y nos mueven los instantes, entonces está predestinado que la belleza del mundo nos rodee con sus manos. Digamos que el ser humano ansía, por lo tanto, el instante sucesivo. Como la ola brava y sobrecogedora que se renueva en cada envite.
Y la música... escuchen y disfruten:
Yo-Yo Ma...
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