
MATTEO PUGLIESE
(Fotografía tomada de la página web del autor)
Las mañanas pasan claras
y desiertas. De igual modo tus ojos
se abrían hace tiempo. La mañana
transcurría lenta, era un remolino
de luz inmóvil. Callaba.
Tú callabas, viva; las cosas
vivían bajo tus ojos
(ni pena, ni fiebre, ni sombra)
como un mar matinal, claro.
Donde tú estás, luz, está la mañana.
Eras la vida y las cosas.
En ti respirábamos, despiertos
bajo el cielo que aún hay en nosotros.
Ni pena, ni fiebre, entonces,
ni esta sombra pesada del día
lleno de gente y distinto.
¡Oh luz, claridad lejana,
respiración cansada, dirige hacia nosotros
los ojos inmóviles y claros!
Es oscura la mañana que pasa
sin la luz de tus ojos.
CESARE PAVESE, Poesías completas. Edición de Italo Calvino. Madrid, Visor, pág. 215.
Hay casualidades que no son tales para hacernos ser unísonos.
Y así, encender la luz una y otra vez hasta que ya no se apague y se logre llegar a la otra orilla. Y vivirlo todo desde una nostalgia de pasados futuros, de resplandor que ciegue, de puentes cruzados. Desde la luz de la mirada sorprendida. Desde la poesía de Tarkovsky o Pavese o Pugliese. O desde el rayo que ilumina la estancia una mañana soleada tras la lluvia.
Y así, encender la luz una y otra vez hasta que ya no se apague y se logre llegar a la otra orilla. Y vivirlo todo desde una nostalgia de pasados futuros, de resplandor que ciegue, de puentes cruzados. Desde la luz de la mirada sorprendida. Desde la poesía de Tarkovsky o Pavese o Pugliese. O desde el rayo que ilumina la estancia una mañana soleada tras la lluvia.
A esta entrada le falta una música con pasión como ésta:
(Goran Bregovic, Tango, BSO Underground).