7 jun 2015

Papel




Desde hace un par de años manejo un ebook, regalo que me ilusionó y que he utilizado sobre todo en las lecturas nocturnas, donde su luz me facilita el acercamiento a las palabras casi de forma recóndita como cuando era una niña debajo de las mantas.
Sin embargo, desde hace unos meses tengo una imperiosa necesidad de volver a tocar las letras, de pasear mis dedos por las esquinas de las páginas de forma suave, de doblar sus páginas, de subrayar con la ayuda de un lápiz todo aquello que encienda una idea en mí: dispongo de tan poco tiempo libre que el que dedico a la lectura quiero que sea de absoluta calidad. 
Mi madre me ha regalado la última novela de Muñoz Molina, y hoy, primer domingo de junio, me encuentro paladeando algunas letras, oliendo lo que parece que va a ser una nueva historia en Lisboa, acariciando el papel, sopesando las 509 páginas que me acompañarán, degustando el sabor a nuevo, a historia tangible e imaginada. Y tengo premoniciones de futuro: vendrá conmigo debajo del árbol del parque, irá en mi bolso, se meterá en la cama acompañándome en las horas de insomnio... 
Vuelvo a lo de siempre, a lo originario, a lo que necesito para saberme en armonía con la Tierra que piso: una buena infusión, una novela en papel, un lápiz para subrayar, un espacio para mí.

1 comentario:

Mª Antonia - mafar dijo...

Me ha gustado lo que has escrito y también como lo has hecho. Me pasa lo mismo, me gusta sentir el libro, aunque sea de los que tienen más de mil páginas y sean incomodos a la hora de ponerse a leer y la postura que tomes. Creo que los ebook están bien por ejemplo cuando viajas que puedes llevar varios libros sin importar el tamaño y no ocupan sitio ni te pesan.

Un saludo. mafar