“Custode della Luce” - guardian of the light. Nickled bronze - 2007. Edition 7 + 3. Cm 21,5 x 17 x 18
MATTEO PUGLIESE
(Fotografía tomada de la página web del autor)
Las mañanas pasan claras
y desiertas. De igual modo tus ojos
se abrían hace tiempo. La mañana
transcurría lenta, era un remolino
de luz inmóvil. Callaba.
Tú callabas, viva; las cosas
vivían bajo tus ojos
(ni pena, ni fiebre, ni sombra)
como un mar matinal, claro.
Donde tú estás, luz, está la mañana.
Eras la vida y las cosas.
En ti respirábamos, despiertos
bajo el cielo que aún hay en nosotros.
Ni pena, ni fiebre, entonces,
ni esta sombra pesada del día
lleno de gente y distinto.
¡Oh luz, claridad lejana,
respiración cansada, dirige hacia nosotros
los ojos inmóviles y claros!
Es oscura la mañana que pasa
sin la luz de tus ojos.
CESARE PAVESE, Poesías completas. Edición de Italo Calvino. Madrid, Visor, pág. 215.
MATTEO PUGLIESE
(Fotografía tomada de la página web del autor)
Las mañanas pasan claras
y desiertas. De igual modo tus ojos
se abrían hace tiempo. La mañana
transcurría lenta, era un remolino
de luz inmóvil. Callaba.
Tú callabas, viva; las cosas
vivían bajo tus ojos
(ni pena, ni fiebre, ni sombra)
como un mar matinal, claro.
Donde tú estás, luz, está la mañana.
Eras la vida y las cosas.
En ti respirábamos, despiertos
bajo el cielo que aún hay en nosotros.
Ni pena, ni fiebre, entonces,
ni esta sombra pesada del día
lleno de gente y distinto.
¡Oh luz, claridad lejana,
respiración cansada, dirige hacia nosotros
los ojos inmóviles y claros!
Es oscura la mañana que pasa
sin la luz de tus ojos.
CESARE PAVESE, Poesías completas. Edición de Italo Calvino. Madrid, Visor, pág. 215.
Hay casualidades que no son tales para hacernos ser unísonos.
Y así, encender la luz una y otra vez hasta que ya no se apague y se logre llegar a la otra orilla. Y vivirlo todo desde una nostalgia de pasados futuros, de resplandor que ciegue, de puentes cruzados. Desde la luz de la mirada sorprendida. Desde la poesía de Tarkovsky o Pavese o Pugliese. O desde el rayo que ilumina la estancia una mañana soleada tras la lluvia.
Y así, encender la luz una y otra vez hasta que ya no se apague y se logre llegar a la otra orilla. Y vivirlo todo desde una nostalgia de pasados futuros, de resplandor que ciegue, de puentes cruzados. Desde la luz de la mirada sorprendida. Desde la poesía de Tarkovsky o Pavese o Pugliese. O desde el rayo que ilumina la estancia una mañana soleada tras la lluvia.
A esta entrada le falta una música con pasión como ésta:
(Goran Bregovic, Tango, BSO Underground).
2 comentarios:
Sólo quien mira desde la sorpresa (o desde la inocencia) es capaz de alumbrar con su mirada. Lo demás es mirar sin ver, dormir ante la imagen que las cosas proyectan en nosotros y a las que damos sentido mirándolas. No hay ceguera en el relámpago, sino anticipo de la luz que le da vida porque se expande hacia las cosas que mira, al mundo que fluye a nuestro alrededor, a la brizna de hierba que no sabe que está siendo mirada para existir verdaderamente. Saramago se preguntaba cómo son los objetos cuando nadie los mira, pero... ¿y cuando los miramos sin verlos, cuando no hay sorpresa en la revelación de su ser? El relámpago es luz, y no ciega.
ortónimo
pues yo te grito desde la otra orilla "NO"...
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