24 jun 2018

Estampas


[Pasillo de mi instituto, 22 de junio de 2018]

Hojeo los periódicos de hoy, salto por titulares que me suenan a mundos hostiles, me detengo en otros que critican actitudes deleznables de los gobernantes del mundo. Y entre todo eso, miro hacia adentro: veo el pasillo desierto; mis alumnos se han despedido de mí y yo de ellos. Caminan hacia otros horizontes, espacios universitarios que los verán formarse en biomedicina, enfermería, matemáticas, informática... y me contemplo en ese largo pasillo vacío, horas antes repleto de almas adolescentes, y sé que acaso mi vida sea un poco así: primero llena, festiva, inquieta, joven; luego, repleta de huecos, ausencias, nostalgias, y algunas estancias, es cierto, tienen esta felicidad sin condiciones, en calma, en paz, que me ofrecen quienes están bordeando mis horizontes. 

Llego a mi casa. Darío me regala la mejor estampa que pueda adornar un corazón tambaleante: su gesto lleno de inocencia, su sonrisa sincera, su mano en la mía, su abrazo despierto. 

Es hermoso ir cargando nuestras alforjas de tanta luz verdadera. Lo escribo, esta noche, aquí, con gratitud. 


[Darío, 22 de junio de 2018]


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