25 ene 2012

¿En qué punto de la vida dejamos de ser quienes fuimos?

Llevo más de una semana observando muy atentamente el comportamiento de un grupo de treinta niños de quince años. Uno de sus compañeros, amigo, está enfermo. La reacción que todos han tenido ha sido ejemplar: son prudentes (no preguntan demasiado porque intuyen que han de respetar unos tiempos y el silencio de sus profesores), entre ellos se miran y saben que han de estar ahí apoyando a su amigo, aportan ideas y dinero (algunos más del que se acordó) para hacerle un regalo, se ilusionan con la tarjeta de ánimo que le van a hacer llegar, le escriben mensajes de apoyo y de amistad sincera... Y todos juntos, de manera unánime, se prestan voluntarios para ayudar en cuanto sea necesario por su compañero. Los he visto presentar un laborioso trabajo poniendo su nombre cuando él ha estado ausente, los he visto cabizbajos murmurando que no podía ser verdad que era algo grave, los he visto silenciosos (cuando siempre están hablando) afrontando como personas adultas la gravedad de un hecho. Y los he visto darle la vuelta a la preocupación de todos con positividad, con energía, con ilusión.

Esta tarde, mientras volvía de comprar el regalo que entre todos -compañeros y profesores- le vamos a hacer, un portátil para que pueda conectarse a internet y hablar con todos sus amigos desde casa, he pensado que estos muchachos crecerán, se harán adultos, saldrán a la vida, serán peluqueros, veterinarios, maestros de educación física, enfermeros, médicos, constructores, arquitectos... Y me asalta la duda: ¿en qué punto de la vida dejan de ser quienes ahora son para convertirse en Urdangarines? ¿En qué momento, qué sucede, qué conexión se establece en sus mentes para que lleguen a cobrar millones en negro, a olvidar que un día tuvieron 15 años y que aquella vez fueron amigos, compañeros y excelentes personas?

Ojalá ese momento no les llegue nunca, ojalá siempre sean lo que estos días han demostrado ser: buena gente, la gente que es verdaderamente importante en la vida.

Y este vídeo...


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mucho ánimo para ese estudiante.

Anónimo dijo...

Introduces una reflexión conmovedora, una sencilla pregunta en la que todos y cada uno nos podemos sentir aludidos: ¿en qué momento...?
Enhorabuena por la entrada y por el detalle con ese alumno. Ojalá pueda regresar muy pronto al aula y al trato cotidiano con sus profesores y compañeros.